Nos encontramos en la fase 1 de
la desescalada, empieza la nueva realidad.
¿Qué
puede aportar el diseño? Pues debería ayudar a perder el miedo a la hora de
salir de sus casas e interactuar, ya sea en el trabajo, en su comunidad o estar
en espacios cerrados, y es ahí donde entramos nosotros.
Nos
encontramos a la espera de una legislación que nos enseñe a cómo debemos
comportarnos en un local comercial, bar, etc… o que elementos debemos añadir
para evitar un nuevo brote.
Nunca habíamos vivido
algo parecido, y es muy difícil coger algún referente para hacernos una idea de
lo que podrá pasar en un futuro cercano. Pero
echando un vistazo al pasado, y ver que pasó después de la Primera
(después de ésta se fundó la escuela Bauhaus)
y Segunda Guerra Mundial, podríamos decir que se demostró que con menos recursos
la creatividad se agudiza considerablemente y no son necesarias grandes
inversiones para buscar y encontrar nuevas soluciones.
Pese a la incertidumbre
mundial, podemos decir que nos enfrentamos a un nuevo estatus desconocido para
todos, incluso para gobiernos e instituciones globales. No es una situación
sencilla, ya que, en cada momento, ocurren nuevas situaciones y que poco a poco
se van aplicando soluciones para ir frenando los contagios.
Nos vamos a encontrar
con un nuevo comportamiento de la sociedad. El distanciamiento social impactará
en nuestra percepción a la hora de compartir espacios públicos, o algo tan
lúdico como ir de compras.
Ir a comprar. Se convertirá,
en algunos casos, en una situación incómoda, ya que nos preguntaremos cosas que
antes ni hacíamos: ¿a qué hora habrá menos
gente? ¿cuántas personas habrán tocado este jersey? ¿es solidario que esté en
esta tienda, lo cual hace que los empleados (con mascarillas) estén pasando un riesgo? ¿habrán desinfectado la tienda en las últimas horas? ¿ese cliente que está
cerca de mí se desinfectado las manos justo cuando entraba en la tienda?
Muchos afirman que
cambiaremos nuestros hábitos principalmente de consumo, y se enfocan por
ejemplo a que empezaremos a comprar mucho más mediante el canal e-commerce o
consumir contenido audiovisual vía streaming. Es decir, que parece que nos
quedaremos más tiempo en casa.
¿Qué valor nos aporta un buen diseño? se debería
trabajar en dos claras estrategias de diseño: por un lado (para revitalizar
nuestra economía), volver a poner en valor los recursos de este
país, como nuestra cultura, clima, gastronomía, turismo, nuestra creatividad y
las empresas de todos los sectores, entre otros. Todo ello a través de
instituciones públicas, clusters,
empresariales y asociaciones. Va a acusarse de manera positiva una
tendencia a valorar lo “local”: haremos turismo en lugares más cercanos, sin
coger por ejemplo un avión, a consumir mucho más producto autóctono, a
“relocalizar” gran parte de la producción (de hecho, el Gobierno está
estudiando disponer de fabricación local de productos sanitarios y no depender
de terceros) y un largo etc., fortaleciendo, más si cabe, nuestra marca “made in
Spain”.
Por otro lado, y muy a
corto plazo, mediante la regulación de la seguridad sanitaria y su normativa
aplicada, generar el diseño de objetos y espacios que ayuden a romper la
barrera del miedo y
eviten a su vez extender los contagios será vital e importante en los próximos
meses.
Hay que quedarse con lo
más importante, el diseño en todas sus vertientes (gráfico, industrial y de
interiores) junto con la arquitectura, van a cobrar un gran protagonismo en
esta nueva normalidad, para ayudar así, a esta nueva sociedad, necesitamos
interactuar entre nosotros y el mundo físico, y como no, el digital.